Antígenos, reacciones cruzadas
Dos o más antígenos pueden compartir uno o más determinantes antigénicos induciendo reacciones cruzadas
Cuando dos o más antígenos comparten uno o más determinantes antigénicos o poseen epítopes de estructura similar, algunos anticuerpos producidos contra uno de los dos antígenos pueden reaccionan con otro(s) antígeno(s), diferente al que ocasionó la producción de los anticuerpos dando lugar a una reacción cruzada. En este caso, la reacción antígeno-anticuerpo ocurre entre un antígeno y los anticuerpos inducidos por otro antígeno. En otras palabras, en una reacción cruzada un anticuerpo reacciona con un antígeno diferente al que indujo su formación y secreción; siempre y cuando ese antígeno posea uno o más epítopes idénticos o similares. En la reacción cruzada intervienen, al menos, dos antígenos diferentes: el antígeno homólogo y el antígeno heterólogo (Figura 1).
El antígeno homólogo de una reacción cruzada es el antígeno que induce la producción de los anticuerpos en el individuo inmunizado, por lo que reacciona específicamente con ellos mientras que el antígeno heterólogo es el antígeno que en una reacción cruzada reacciona con los anticuerpos sin inducir la producción de dichos anticuerpos.
Figura 1. Una reacción cruzada ocurre entre dos o más antígenos que comparten al menos, un epítope o determinante antígeno. Suponga dos antígenos diferentes que comparten uno o más epitopes (A). Si se inyecta el Ag1 a un animal inmunocompetente, este responderá inmunológicamente produciendo anticuerpos que pueden detectarse en su suero (antisuero); como el Ag1 induce una respuesta inmunitaria en el conejo, el Ag1 es el antígeno homólogo de la reacción cruzada (B). Si el Ag2 (que posee determinantes antigénicos similares o iguales al Ag1) se pone en contacto con el antisuero procedente del animal inmunizado, éste reaccionará con el antisuero a pesar de no haber inducido la respuesta inmunitaria; por ello el Ag2 es el antígeno heterólogo de la reacción cruzada
Desde el punto de vista clínico las reacciones cruzadas tienen gran importancia. En el laboratorio se aprovechan las reacciones cruzadas para algunas pruebas diagnósticas. Por ejemplo: Proteus OX19 posee antigenicidad cruzada con Rickettsia prowazeki y Rickettsia rickettsi (agentes etiológicos del tifus y de la fiebre manchada de las Montañas Rocosas, respectivamente). Esta reacción cruzada permite el diagnóstico de infecciones causadas por R. prowazeki y R. rickettsi utilizando Proteus OX19 que es una bacteria de fácil cultivo al contrario de las rickettsias que son difíciles de cultivar in vitro. Treponema pallidum (agente etiológico de la sífilis) posee un hapteno lipídico llamado antígeno de Wasserman o cardiolipina que también está presente en el músculo cardíaco bovino. Debido a que Treponema pallidum no se puede cultivar in vitro, en el laboratorio se utiliza como antígeno la cardiolipina obtenida de corazón bovino para el diagnóstico de sífilis.
Las reacciones cruzadas permiten explicar la patogenia de varias enfermedades; por ejemplo, se admite que la lesión del tejido cardiaco de pacientes con fiebre reumática (una enfermedad posestreptocócica de carácter inflamatorio) depende de la reacción cruzada entre los anticuerpos producidos frente a Streptococcus pyogenes y los antígenos heterólogos presentes en el tejido cardiaco del individuo. Algunas cepas de estreptococos del grupo A contienen antígenos de membrana que tienen reacción cruzada con antígenos de tejido cardiaco humano; por ello los anticuerpos producidos contra la bacteria también reaccionan con ciertos antígenos propios presentes en el tejido cardíaco, generando una lesión tisular que estimula el proceso inflamatorio.
La inmunidad generada contra un determinado patógeno puede protegernos inmunológicamente contra otro, similar o incluso, totalmente diferente. Este fenómeno se describe como inmunidad cruzada. Por ejemplo, existen seis tipos de bacilos Haemophilus influenzae, uno de los cuales, el tipo B es responsable de infecciones que ocasionan meningitis y epiglotitis en los niños, afecciones que tienen un alto porcentaje de mortalidad. Epidemiológicamente, se sabe que estas enfermedades no se presentan en el recién nacido ni en los adultos. En los primeros porque reciben de la madre anticuerpos contra este germen y en adultos porque el 95 % presentan anticuerpos contra el Haemophilus sin que ellos hayan padecido la infección. Este curioso fenómeno de tener anticuerpos contra un microorganismo con el cual no se ha tenido contacto se explica por la presencia de determinantes antigénicos similares entre Haemophilus y otros gérmenes no patógenos como Staphylococcus aureus y algunas cepas de Escherichia coli. De manera que una infección con S. aureus o con E. coli que tienen poca o ninguna patogenicidad, sería suficiente para inducir la producción de anticuerpos que pueden reaccionar cruzadamente contra Haemophilus y en consecuencia defendernos de la infección ocasionada por este último.
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